Hace 50 años cualquiera que preguntara por la masacre de los pilagá escuchaba la misma respuesta: son mentiras, son inventos, esos indios están locos y no hay que creer en lo que dicen. Pero no sólo las víctimas tenían algo que decir sino también los criollos tenían mucho que contar sobre lo que había pasado en octubre de 1947.
Hasta el cabo Américo Londero el cocinero de la gendarmería que era un buen hombre también tuvo mucho que contar años más tarde. Decía el abuelo Setkoki’ en, que vivía en La Bomba, que Londero los quería como si fueran sus hijos y que por eso, el 10 de octubre temprano, les avisó que esa tarde iban a matarlos. Y era cierto, la matanza comenzó a las seis, continuó durante esa noche y durante los diecinueve días que siguieron la Gendarmería Nacional y un avión de la fuerza persiguieron a los Pilagá por tierra y aire, asesinando adultos y niños, y capturando a los sobrevivientes para llevarlos a Bartolomé de las Casas y Francisco Javier Muñiz, las colonias para indígenas donde estuvieron prisioneros.
Pero en el año 2005 los sobrevivientes decidieron declarar ante a un juez y fue entonces, cuando dejaron de llamarlos locos, pero se echo a correr la leyenda que atribuyó al empresario Robustiano Patrón Costas dueño del ingenio azucarero San Martín de Tabacal, la responsabilidad del genocidio. La explotación en el ingenio de Patrón Costas cobraba cientos de vidas entre los peones indígenas cada año debido a las pésimas condiciones de trabajo, así que el rumor resultaba creíble.
Pero entonces, en Buenos Aires, los trabajadores del Archivo General de la Nación encontraron en un sótano, entre cientos de documentos secretos, los legajos 997 y 1047 que probaban que Humberto Sosa Molina, Ministro de Guerra y Marina había ordenado a la Gendarmería y a la Fuerza Aérea, reprimir a los pilagá, y que Ángel Borlenghi, Ministro del Interior, estaba informado de todo. Así que estos documentos fueron incorporados y valorados como prueba en la causa judicial por genocidio y la responsabilidad sobre la masacre quedaba aclarada.
Anteayer, 10 de octubre de 2024, mientras se realizaba el acto para recordar a las víctimas, circularon varios audios en grupos de WhatsApp de Formosa, en los que un periodista local repetía aquella primera Fake sobre el empresario salteño, negando las evidencias incluidas en el expediente y publicadas hace muchos años y otra vez empezaron los rumores a reiterarse de grupo en grupo. Hoy 12 de octubre de 2024 es necesaria una apuesta por la verdad y la memoria de las víctimas y los sobrevivientes, también por el buen Londero, el soldado desobediente que Setkoki’en, recordaba agradecido, por los criollos de Pozo del Tigre, Las Lomitas, Estanislao del Campo, Fontana, por las familias de la Formosa diversa que escondieron gente en sus casas, les dieron agua y comida porque eran vecinos y eran amigos y repudiaron lo que pasó. Todos ellos merecen ser recordados este 12 de octubre.