Formosa, la provincia con más escuelas, complejos deportivos y hospitales construidos según el gobierno de Gildo Insfrán, enfrenta una realidad que contrasta con los discursos oficiales. A pesar de las numerosas inauguraciones de infraestructuras educativas, deportivas y sanitarias, los problemas estructurales y la falta de recursos humanos y económicos revelan una situación preocupante.
El gobierno de Insfrán ha promocionado la construcción de numerosas escuelas a lo largo y ancho de la provincia. Sin embargo, muchas de estas instituciones presentan problemas edilicios poco tiempo después de ser inauguradas. Las paredes y techos muestran signos de deterioro prematuro, y los docentes, que son la columna vertebral del sistema educativo, reciben salarios insuficientes que no alcanzan para cubrir sus necesidades básicas.
La situación en los hospitales es similar. En el interior provincial, la escasez de profesionales de la salud obliga a derivar a los pacientes a la capital, Formosa, donde la atención también es deficiente debido a la falta de médicos experimentados. La mayoría de los profesionales son residentes con poca experiencia, lo que ha llevado a que incluso los funcionarios del gobierno provincial prefieran viajar a Buenos Aires para recibir atención médica.
En casi 30 años de gestión, Gildo Insfrán ha centrado su administración en la construcción de obras públicas, muchas de las cuales han sido adjudicadas a empresarios vinculados al gobierno provincial. Esta política ha dejado de lado la gestión y el desarrollo de condiciones para que Formosa se convierta en una provincia productiva con industrias que generen empleo genuino.
La realidad socioeconómica de Formosa es alarmante. Siete de cada diez personas viven en condiciones de pobreza o indigencia. La mayoría de la población laboral depende del estado provincial, con más del 70% de los trabajadores siendo empleados públicos que perciben sueldos por debajo de la línea de pobreza. Esta situación ha llevado a que más de 120.000 jóvenes formoseños abandonen la provincia en busca de un futuro mejor.
A pesar de la pobreza generalizada, el gobierno provincial ha invertido en infraestructuras recreativas como estadios, pistas de karting, parques acuáticos y una próxima piscina olímpica climatizada. Estas obras, aunque impresionantes, no abordan las necesidades básicas de la población, que lucha por llegar a fin de mes con salarios insuficientes.
La gestión de Gildo Insfrán en Formosa presenta un contraste marcado entre la fachada de progreso y la realidad de un pueblo empobrecido. Las obras públicas, aunque numerosas, no han logrado mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos, quienes continúan enfrentando problemas estructurales en educación y salud, y una economía dependiente del estado que no ofrece oportunidades de desarrollo genuino.