En un acto que rozó lo ridículo y circense, Mario Brignole, intendente de El Colorado, decidió que era una buena idea vestirse de maestro de escuela, guardapolvo blanco incluido, para dar una “lección” pública sobre la moral y la política formoseña. Pero su mensaje hizo más ruido por su tono mafioso y pandillero que por su contenido. Y todo esto, a 140 kilómetros de su municipio donde debería estar trabajando, frente a la Cruz Mayor del acceso a la ciudad capital, con un mensaje que parecía más una amenaza que una crítica constructiva.
Con pizarrón y un puntero, se plantó frente a la Cruz Mayor del acceso a la capital formoseña, en una escena que parecía más sacada de un circo que de un funcionario público. ¿El objetivo? Ridiculizar la propuesta del senador Francisco Paoltroni, quien había promovido el uso de energía solar para reducir los costos de las facturas de electricidad en la provincia.
La puesta en escena de Brignole, además de ser patética, estuvo acompañada por un mensaje que dejó mucho que desear. Con tono amenazante y mafioso, el intendente no solo atacó la idea de Paoltroni, sino que lo hizo de la peor manera: trasladándose 140 kilómetros fuera de su comuna, utilizando vales, viáticos y recursos del Estado, para disfrazarse y soltar un seguidilla de ironías y desprecios vulgares. Como si eso no fuera suficiente, eligió un lugar tan simbólico como la Cruz Mayor para su burla, haciendo eco del dicho popular “andá a llorar a Cruz Mayor“, sugiriendo que los formoseños no tienen otra solución que resignarse a las trabas del régimen local.
El blanco de su burla fue el senador Francisco Paoltroni, quien recientemente propuso el uso de energía solar para reducir los costos de las facturas de energía eléctrica en Formosa. Pero Brignole, en lugar de presentar argumentos sólidos, optó por un mensaje que, más que político, parecía sacado de una película de mafiosos de bajo presupuesto. Utilizando recursos del Estado para su desopilante travesía, Brignole no solo ridiculizó la propuesta del senador libertario, sino que lo hizo con un tono de desprecio y xenofobia alarmante.
En lugar de debatir con argumentos sólidos, Brignole optó por atacar la planta de extrusión de soja que Paoltroni, junto con sus socios, construyó en Ibarreta con una inversión de 100 millones de pesos. Una inversión destinada a generar empleo y potenciar la agricultura en la provincia, pero que nunca pudo operar debido a la negativa del gobierno de Gildo Insfrán a proveerle de energía eléctrica. Brignole, en lugar de celebrar la iniciativa privada que tanto necesita Formosa, se dedicó a lanzar acusaciones sin fundamento, cuestionando de dónde había salido el dinero para la inversión. Y lo hizo con un tono xenofóbico y cargado de resentimiento, como si el hecho de no pertenecer a la casta política que se enriquece a costa del Estado fuera un delito.
Resulta irónico que Brignole, un hombre que comenzó su carrera política con un Renault usado y que ahora, tras 28 años como intendente y bajo la protección de Insfrán, se ha convertido en una de las personas más ricas de la provincia, se atreva a cuestionar el origen del dinero de otros que provienen de la actividad privada. Pero más irónico aún es que se jacte de las trabas burocráticas y legales que el régimen formoseño impone a quienes intentan invertir y generar empleo. En lugar de facilitar el desarrollo, Brignole parece disfrutar de las dificultades que enfrenta cualquier emprendedor que no sea parte del círculo de poder.
En su lamentable espectáculo, Brignole incluso insinuó que en Formosa no se puede conseguir ni abogados ni contadores dispuestos a trabajar con Paoltroni, a menos que ponga “cheques buenos”. Una afirmación que, lejos de ser una broma, refleja la triste realidad de una provincia donde la justicia y la burocracia están al servicio de unos pocos.
El disfraz de maestro de Brignole no logró ocultar lo que todos sabemos: que su actuación no fue más que una payasada, un intento desesperado por desviar la atención de los verdaderos problemas que enfrenta Formosa y de la falta de respuestas de un gobierno que lleva décadas en el poder. Al final, lo único que logró fue ridiculizarse a sí mismo y a la clase política que representa.
El show deprimente de Brignole
“Poltroni, Poltroni, Paoltroni, el año pasado dijiste que invertiste 100 millones de pesos en una agroindustria, ¿de dónde sacaste los 100 millones de pesos, revoleando NOVILLOS?”, lanzó Brignole con una ironía mal disimulada, como si ser un empresario exitoso fuera un crimen en la provincia que él mismo ayuda a gobernar bajo el ala protectora de Gildo Insfrán. Es curioso que quien nunca emprendió nada fuera del ámbito estatal cuestione la inversión de quien ha demostrado generar trabajo y desarrollo sin la sombra del nepotismo y la sospecha de corrupción que tanto abunda en la política local.
Pero la ridiculez de la escena no terminó allí. Brignole continuó jactándose de las trabas burocráticas que el régimen formoseño impone a todo aquel que quiera invertir en la provincia, como si fuera motivo de orgullo. “Para que vos puedas tener energía eléctrica en esa industria o “supuesta” industria, tenés que cumplir determinados requisitos…”, dijo, revelando con descaro el muro de impedimentos que la administración de Insfrán levanta contra cualquier intento de desarrollo independiente en Formosa.
Finalmente, Brignole remató su grotesca performance con un comentario que raya en lo mafioso: “LE ERRASTE DE VUELTA HERMANO, la Justicia Federal de Resistencia dice que estos reclamos que vos haces debe de hacerlo la justicia de la provincia de Formosa pero primero tenés que cumplir con los requisitos…”. Como si cumplir con la ley en Formosa fuera más una cuestión de pagar el precio correcto a las personas adecuadas que de seguir un proceso justo y transparente.
En resumen, lo que debería haber sido un debate sobre el futuro energético, productivo e industrial de Formosa se convirtió en un triste espectáculo de arrogancia y desdén, con un Brignole que, disfrazado de maestro, terminó dando una lección magistral de cómo no se debe hacer política.
Mientras tanto, los formoseños siguen esperando soluciones reales, no shows circenses frente a la Cruz Mayor.
(Por Julián González).