Desde 1998 hasta ahora se deforestaron 7 millones de hectáreas en el norte argentino. Son datos oficiales del ministerio de Ambiente de la Nación. Es el equivalente a la superficie de la provincia de Formosa.
Esta semana la organización Greenpeace -que desde hace años lleva adelante un mapa de deforestación en Argentina a través de la comparación de imágenes satelitales- denunció que un empresario ganadero uruguayo viene desmontando de forma ilegal miles de hectáreas en Salta, a pesar de haber sido multado en 2018. Esto demuestra que, si bien Argentina cuenta desde el año 2008 con una Ley Nacional de Bosques, la deforestación sigue siendo un problema socioambiental clave que pone en riesgo la salud de la naturaleza y de las personas.
“La grave crisis climática y de biodiversidad en la que estamos nos obliga a proteger nuestros últimos bosques nativos. Más deforestación significa más cambio climático, más desaparición de especies, más inundaciones, más desertificación, más enfermedades, más desalojos de campesinos e indígenas, y más pérdida de alimentos, maderas y medicinas. Destruir bosques es un crimen que debe convertirse en un delito penal”, afirmó Hernán Giardini, coordinador de la campaña de bosques de Greenpeace.
Para Giardini “es evidente que las multas no son suficientes” ya que en muchos casos “hay complicidad de los gobiernos en la violación de la Ley de Bosques”. “Es hora de acabar con esta impunidad. Necesitamos avanzar con su penalización”, agregó el ambientalista.
Solo durante el año pasado, la deforestación en el norte de Argentina fue de 112.545 hectáreas (Santiago del Estero 38.492 hectáreas, Chaco 36.159 hectáreas, Formosa 22.664 hectáreas y Salta 15.230 hectáreas), una cifra que se duplica si también se consideran los territorios afectados por los incendios forestales, otra forma drástica de cambio de uso del suelo.
En 2014, el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) advirtió que Argentina explica el 4,3% de la deforestación global. Los sectores Agricultura, Ganadería, Silvicultura y Otros Usos de la Tierra representaron el 39% de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) del país en 2017.
La foto y la película
Se estima que el 75% de la deforestación en Argentina de las dos últimas décadas se concentra en las provincias del Gran Chaco (Salta, Santiago del Estero, Chaco y Formosa). Según los datos del informe anual de desmontes de Greenpeace de 2021, casi la mitad de la deforestación del norte se produjo en Santiago del Estero, y más del 80 por ciento fue ilegal. En Chaco, las topadoras arrasaron 18 mil hectáreas, a pesar de que los desmontes están suspendidos por la justicia provincial.
Formosa, por su parte, es una de las provincias con más deforestación de las últimas décadas. Según datos del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, entre 2008 y 2021 se desmontaron 449.646 hectáreas, unas 32.000 hectáreas por año. Esto es cuatro veces más que lo que se deforestó en la provincia entre 2002 y 2006, un promedio de 7.500 hectáreas anuales.
Según datos de la plataforma de monitoreo de bosques Global Forest Watch, desde 2001 hasta 2021 el 80% de la masa forestal local eliminada en Argentina estuvo directamente vinculada con los sectores dominantes que responden a la deforestación, con la agroindustria a la cabeza (tanto agricultura como ganadería).
De acuerdo al ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, entre 1998 y 2021 la pérdida de bosques nativos en el país fue de cerca de 7 millones de hectáreas, una superficie similar a la de la provincia de Formosa.
Un problema socioambiental
Después de la pandemia de coronavirus se reactivó el debate sobre las consecuencias socioambientales de la agresiva intervención humana sobre los ecosistemas. Organizaciones como la Organización Mundial de la Salud han repetido que uno de los factores que está aumentando el riesgo de transmisión de enfermedades es la pérdida de bosques y el deterioro ambiental.
¿Por qué ocurre esto? Desde Greenpeace explicaron que el desmonte facilita el contacto entre los humanos y las poblaciones de fauna silvestre portadoras de virus, bacterias y otros microorganismos a los que, generalmente, las personas no habían estado expuestas. El resultado es un incremento de las llamadas enfermedades zoonóticas (que proceden de los animales). Además, alrededor del 30% de los brotes de enfermedades como el virus Nipah, Zika y el Ébola están relacionados con el cambio de uso de la tierra.
“En Argentina la deforestación, el agronegocio, la falta de acceso a agua potable y la pobre asistencia alimentaria agravan la situación para muchas familias que necesitan ayuda humanitaria”. Pero, además, desde esa organización señalaron que el avance de la frontera agropecuaria “aumenta la destrucción de bosques y los conflictos territoriales entre pueblos originarios y empresarios, los cuales compran fincas que, históricamente, pertenecen a territorio indígena y las deforestan, en su mayor parte para ganadería intensiva y cultivo de soja transgénica”. Esto reduce su acceso a alimentos, medicinas y maderas para su sustento y forma de vida. (Aire de Santa Fe).