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Día del Niño: La historia de Agustín Bataglia, el niño formoseño que desapareció y de quien nadie recuerda

Juan Agustín Bataglia desapareció el 24 de diciembre de 2010 en la ciudad de Clorinda, provincia de Formosa, cuando tenía 8 años. Estaba con su abuela en el centro de la ciudad realizando compras navideñas cuando desapareció de su vista. Desde entonces, no se ha encontrado ningún rastro de él.

Las autoridades provinciales y la policía iniciaron una búsqueda inmediata, que incluyó publicaciones en medios provinciales y pedidos de búsqueda al país vecino, pero lamentablemente no tuvieron éxito. La familia de Agustín sigue buscándolo y el caso ha tomado relevancia nuevamente debido a su similitud con el caso de Loan en Corrientes.

En las últimas horas el Diario La Nación recordó su historia en un informe periodístico con el título “Nadie busca a mi hijo”Los niños que un día desaparecieron y nunca volvimos a ver

“Una niña no puede simplemente desaparecer”, dice Marcos Sosa, hermano de Agostina, una nena de 12 años que salió de su casa para visitar a una amiga de la familia, en Villa Gesell, y no volvieron a verla. Lo mismo dicen la mamá de Guadalupe Lucero (5) y el hermano de Loan (5): “Alguien se los llevó”. Sus madres, hermanos y tías tienen la necesidad de decirlo, como para imponerse a la idea de que están perdidos: “Lo vendieron”, “le hicieron daño”, “lo secuestraron”, repiten. En la Argentina no existe un registro oficial serio que determine cuántos niños faltan de sus hogares. El listado de mayor consenso es el de Missing Children, que suma unos 110 niños y adolescentes. Entonces, si el Estado no sabe exactamente ni siquiera eso, ¿realmente los busca? “A Agustín (8) lo dejaron de buscar a los tres meses”, denuncia su mamá desde Clorinda, en Formosa. María Elena Delgado, mamá de Sofía Herrera (5), cuya desaparición en Tierra del Fuego tomó la agenda política y hacía pensar que este tipo de dramas empezaría a tener un abordaje prioritario, cree lo mismo: “El Estado no busca a mi hija”. Los niños que visibilizamos en esta investigación son solo aquellos que tienen 14 años o menos y desaparecieron entre el 28 de septiembre de 2008, día en el que fue vista por última vez Sofía Herrera, y el 13 de junio de 2024, día en el que desapareció Loan Peña. En esta nota no fueron incluidas las búsquedas relacionadas con sustracciones parentales y fuga de hogares de menores, además de aquellas sobre las que resultó imposible contactar a un familiar del niño desaparecido (ver metodología). Casi ningún familiar entrevistado para este informe recibió la visita del fiscal o el juez que lleva la investigación. “Nunca vino ni recibí un llamado de nadie”, se indigna Marcos Sosa y se apena porque a la última marcha en la que piden por la aparición de Agostina “no fue nadie más que la familia”. Quienes hoy esperan que ese hijo, ese sobrino o ese hermano sea encontrado, se aferran más a la corazonada, al deseo profundo, que a los resultados de una investigación: en la inmensa mayoría de los casos ni siquiera hay detenidos involucrados en la desaparición. “Mi mamá murió en un accidente en la ruta, tratando de encontrar a su nieta Brisa (5)”, cuenta Paulina, tía de la niña y sigue: “Hacía el trabajo que debió hacer la Justicia”. Durante los últimos años, los familiares lograron identificar cuáles fueron los principales errores e irresponsabilidades que favorecieron la desaparición de esos niños: “en la comisaría nos dijeron que esperáramos 72 horas”, “nunca cortaron la ruta”, “demoraron dos días en lanzar la Alerta Sofía”, “no hay policías, jueces ni fiscales entrenados para encontrar a un niño” o “tardaron 12 años en creerle al nene de seis años que contó que vio a un hombre llevarse a Sofía”.

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