Mientras los principales referentes del arco político se enfocan en las próximas elecciones, los índices de pobreza se agravan día a día en todo el país. Desde 2017, seis millones de personas dejaron de ser clase media y cayeron en la pobreza. El cálculo lo hace Agustín Salvia, director del Observatorio Social de la Universidad Católica Argentina (UCA).
Pero los seis millones de personas de clase media que cayeron bajo la línea de pobreza, están acostumbrados a trabajar, tienen la cultura del trabajo, pero están desempleados o no les alcanza. Son obreros, empleados, algunos son profesionales desocupados o cuentapropistas, que no trabaja o cobran sueldos bajos, inferiores a la canasta básica total.
En la Argentina se da el fenómeno de que los dos adultos de una pareja quizá trabajen y si cobran el salario mínimo vital y móvil ($70.000), esa familia sigue siendo pobre porque la canasta básica total está en $170.000. “En 2011, la población tuvo un buen momento durante el gobierno de Cristina Kirchner, pero luego dos millones de personas cayeron en la pobreza. En los dos primeros años de mandato, Macri las recuperó para la clase media. La pobreza descendió al 25%. Pero a partir de 2017, la situación se revirtió. Su gestión llevó a la pobreza a esos dos millones y a otros dos millones más, es decir, cuatro millones de personas dejaron de ser clase media. Macri terminó con 38% de pobreza. Y desde 2019, que asumió Alberto hasta ahora, hay otros dos millones más de nuevos pobres”, explicó Salvia.
El 38% de pobres que dejó la foto de 2022 y sobre el cual el 31 de marzo informará el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), o el 42% de pobres que muestra la película de 2023 y que se conocerá en junio, tiene una composición social diversa: el 25% de ese 42% de pobres, es decir, casi la mitad, está representado por lo que se conoce como pobreza estructural, donde se incluye a los indigentes, personas que nunca trabajaron y los que reciben planes sociales.
La aceleración de la inflación en los primeros meses del año, con fuerte suba en el valor de la canasta básica alimentaria -determina el umbral de indigencia-, y un primer retroceso del salario real en la primera parte del 2023, prenuncian un contexto de deterioro de los indicadores sociales centrales, especialmente el de pobreza que se mide a partir del valor de la canasta básica total que incluye los precios y tarifas de los servicios públicos y privados esenciales. El 2022 terminó con un nivel de pobreza cercano al 40% de la población, según estiman economistas y centros de estudios que siguen de cerca los indicadores socioeconómicos. El dato final correspondiente a la segunda mitad del año pasado será dado a conocer por el Indec en la última semana de marzo.
Como referencia, según el último informe oficial, la pobreza fue del 36,5% de la población al cabo de la primera mitad de ese año. (Diario Norte).