El puente General Manuel Belgrano, que une Chaco y Corrientes sobre el Paraná, volvió a ser noticia por los peores motivos. Esta vez no fue un accidente vehicular ni una marcha multitudinaria, ni un operativo para evitar un suicidio. Tampoco un desperfecto mecánico aislado en algún rodado. El problema fue mucho más grave: una junta de dilatación quedó desprendida al cortarse los bulones que la sostenían y revirarse una de sus rampas.
El incidente se produjo ayer por la mañana y obligó a restringir el tránsito a una sola mano. Los trabajos de emergencia demandaron la presencia de personal especializado de Vialidad Nacional, con maquinaria y grúas que ocuparon uno de los carriles. La recomendación inmediata a los conductores fue circular con extrema precaución, reducir la velocidad y acatar las indicaciones de los banderilleros.
La situación generó, una vez más, largas colas y demoras en horarios de alto flujo vehicular. Más de 21.000 autos y camiones cruzan a diario por el viaducto, única conexión vial entre ambas capitales. En las redes sociales, numerosos usuarios compartieron fotos y videos que mostraban el desnivel en la calzada y alertaban por el riesgo que implicaba para motociclistas y automovilistas.
Aunque no representa un peligro inmediato de colapso, los especialistas señalaron que el desprendimiento de una junta de dilatación es un síntoma delicado: estas piezas son claves para absorber los movimientos del puente y permitir la continuidad del tránsito sin desniveles peligrosos.
La alarma actual no sorprende del todo. Hace 30 años, ingenieros y técnicos advertían sobre el desgaste estructural del puente y la necesidad de renovar sus componentes originales. Aquellas advertencias quedaron relegadas en un contexto de promesas incumplidas sobre un segundo puente.
Hoy, con el viaducto cargando más tránsito que nunca -incluido un flujo creciente de camiones de carga pesada-, la advertencia de entonces resuena con crudeza. El puente fue diseñado hace más de medio siglo para soportar un volumen muy inferior de circulación. El deterioro de las juntas, nunca reemplazadas desde su construcción, es la muestra más visible de ese desfasaje.
Vialidad Nacional confirmó que se avanza con las obras de reemplazo de tres de las seis juntas centrales, con piezas importadas desde China. Los trabajos se realizaron en horario nocturno, de 22 a 6 en la primera junta de dilatación y ahora avanzaron hacia la segunda del lado correntino, con el fin de mitigar el impacto en el tránsito. Sin embargo, el desprendimiento de ayer demostró que los tiempos de la obra y los plazos administrativos no siempre coinciden con la urgencia de la realidad.
La empresa contratista aseguró que la reparación de emergencia permitirá restablecer el tránsito normal en breve, pero los especialistas consultados advierten que cada nuevo episodio erosiona la confianza en la seguridad del puente.
La falta de alternativas agrava la situación. Desde hace décadas se habla de un segundo puente, pero los proyectos se dilatan entre gestiones y anuncios que nunca se concretan. En ese marco, el Manuel Belgrano se convierte en un símbolo de la precariedad estructural y de la postergación en materia de infraestructura vial para el Nordeste.
(Diario Norte).
