La cantante, actriz, diseñadora de moda, modelo y empresaria uruguaya, Natalia Oreiro, hizo una histórica visita este martes a Paraná, en su rol de embajadora de Unicef para el Río de la Plata. Junto a integrantes de la organización social La Poderosa, recorrió el Volcadero y después, en la UNER, presentó un estudio sobre la pobreza en los barrios populares.
Oreiro compartió un panel, en la Facultad de Ciencias Económicas de calle Urquiza, titulado “Voces de los Barrios”, con referentes de la organización villera y catedráticos de la universidad entrerriana.
“Es muy importante lo que está pasando, que no es una realidad de ahora, sino de décadas”, inició Oreiro su intervención, y añadió en referencia a su visita al barrio San Martín: “No me impacta lo que veo y eso me preocupa, porque uno termina por acostumbrarse a que lo que sucede, pero no es normal”.
La artista y embajadora humanitaria en la región definió que “la empatía significa sentir el dolor del otro”, y no necesariamente “que el que la sienta tenga que tener un origen similar, como es mi caso”.
En relación al protagonismo de las mujeres en el trabajo solidario en los barrios y villas, la cantante uruguaya recalcó: “Me emociona profundamente que las mujeres sean las que están siempre delante de todos estos proyectos. Y al mismo tiempo me entristece, porque debería ser algo compartido. En algunos casos lo es, pero en su gran mayoría son las madres, tías, abuelas, compañeras, las que ponen su tiempo y sus recursos para dar de comer a todo el barrio”.

La Garganta Poderosa
Al respecto insistió en el pedido de una ley de reconocimiento salarial para las cocineras barriales, un reclamo que arrastra hace años La Poderosa. “Es un reconocimiento no de palabra sino de hecho. Ellas tienen jornadas triples: cocinan 7 u 8 horas, limpian y cuidan en su casa, y además salen a trabajar para ganarse el pan y el de sus familias”, advirtió Oreiro.
Finalmente, sobre la tarea de las y los embajadores de Unicef, ilustró: “Nuestra tarea es intentar poner un poquito de luz en grandes oscuridades”.
“Podemos hacer un pacto entre los vecinos y la Facultad”
A su turno, la referente de La Poderosa, María Eugenia “Negra” Albornoz, consideró “impactante que las y los villeros podamos llegar a la Universidad” y reivindicó el feminismo villero. “Antes villera era un insulto. Hoy lo tomamos como bandera”, valoró.
Sobre la experiencia de la organización en la elaboración de informes y estudios estadísticos, refirió: “Podemos contar sobre números, hemos aprendido sobre ellos sobre estadísticas”. Y amplió: “Podemos hacer un pacto interesante entre los vecinos del barrio de Paraná y la Facultad. El aporte técnico que podría hacernos es importantisimo”.
En particular sobre el barrio San Martín, Albornoz remarcó que “es necesario transformar el Volcadero: que tenga otras condiciones de trabajo. Podemos pensarlo entre todos. Los vecinos y vecinas necesitan dejar a sus niños en algún lugar para trabajar. Uno de los espacios de crianza del San Martín necesita cemento. ¿Cómo hacemos una campaña para conseguir cemento? Quedó a medio hacer”, observó.
También ejemplificó que las trabajadoras y trabajadores del megabasural a cielo abierto de Paraná necesitan medidas de seguridad para el trabajo: botas, guantes, agua, baño, entre otras condiciones elementales.
“Si nacemos en pobreza tenemos muchas dificultades. Si nacemos del otro lado, con algunos privilegios, está bueno pensarlo entre todos, porque el mundo somos los que nacemos de los dos lados”, concluyó la dirigente.
“Estudiantes, profesores: entren al barrio”
Por su parte, Sergio Sánchez, consultor en gestión y desarrollo social y humano de Unicef, interpeló a profesionales y académicos. “Estudiantes, profesores: caminen, entren al barrio. Está bueno transitarlo con el cuerpo. Es una de las experiencias más fuertes para encontrar realidades que muchas veces vemos como estereotipos. El Volcadero está a unos pocos kilómetros”, invitó.
También habló de la importancia de colaborar con la educación de las infancias en los barrios marginados. “En el San Martín unos 35 o 40 chicos hacen apoyo escolar. La escuela no da abasto para sostener la escolaridad y hacen falta espacios que contengan. Las mujeres piden permanentemente formación, quieren darle lo mejor a su barrio”., explicó.
Y sumó las necesidades sanitarias. “La posta de salud no para de hacer talleres. Los médicos salen poco a territorio, son receptores, no salen a buscar. Las promotoras de salud son las que salen. Son el nexo con la salida de salud”, ponderó.
“Más protagonismo” de la Universidad
De parte de la Facultad habló el docente e investigador Manuel Cavia, que reflexionó sobre el rol de la extensión de la universidad publica en barrios. “La universidad pública hace mucho por el vínculo y la reinserción social pero la complejidad de los hechos requiere más protagonismo”, alertó.
El integrante del Observatorio Socioeconómico de la Facultad de Ciencias Económicas destacó la importancia de trabajar con datos. “En el mundo de las políticas públicas muchas veces se toman decisiones sin el debido sustento estadístico o conocimiento científico. Suele ser un mundo de urgencias”, indicó. Y elogió que en el caso de La Poderosa “nos encontramos con un equipo sólido y profesional para trabajar con formación. No es mérito menor que una organización social intente sustentar sus acciones y políticas en base a datos e información. Es relevante”.
El panel fue cerrado por Luisa Brumana, representante de Unicef en Argentina. “Los derechos de niños y adolescentes son responsabilidad del Estado, pero también tiene un rol cada quien en la sociedad”, sugirió.
Brumana también reivindicó la tarea de “mujeres poderosas” y en alusión al trabajo del organismo internacional mencionó: “Podemos contribuir a darle una cara a un fenómeno que no debería ocurrir, que es vivir y trabajar en un Volcadero sin tener lo básico para su seguridad, con hijos que sino fuese por su trabajo de todos días no tendrían una comida nutritiva ni un espacio de cuidado”. (Diario Uno).