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Narcos colombianos que usaban a Rosario como plataforma de salida de grandes cargamentos de cocaína

Álvaro Antonio Ramírez Duque fue detenido por Interpol en España. Era, junto a Gabriel Jaime Londoño Rojas, uno de los jefes de un cartel que sacaba droga por el puerto de Rosario rumbo a Emiratos Árabes en la época del Mundial 2022. Alquilaron una mansión en Funes, donde realizaban las reuniones.

Hay dos universos paralelos que, por ahora, nunca se tocaron. Uno es la venta de drogas al menudeo dentro de Rosario, donde la sangre y los tiros son parte esencial del negocio. La guerra es por el control de territorios muchas veces pequeños dentro de un barrio. El otro es el tráfico internacional de cocaína, un rubro en el que los jugadores tienen otra jerarquía –ninguno es oriundo de Rosario– y la renta es muy superior. Es lo contrario al narcomenudeo rosarino: nada tiene que salirse de control.

El año pasado se detectó que ese universo del narcotráfico operaba en Rosario, con sigilo y con el apoyo de gente de Buenos Aires que ajustaba la logística local. Esta semana fue detenido en España uno de los arquitectos principales de los cargamentos de cocaína –más de 3.000 kilos–: una parte salió del puerto rosarino y otra fue incautada en la ciudad. Interpol detuvo en Madrid al colombiano Álvaro Antonio Ramírez Duque. Sobre él pesaba una orden de captura internacional firmada por el juez federal Adrián González Charvay.

En diciembre pasado ya había sido detenido en Dubai el socio de Gabriel Jaime Londoño Rojas, cuando pretendía ingresar a ese país en momentos en que se realizaba la Copa del Mundo en Qatar. Una de las sospechas es que la cocaína que se secuestró en Rosario y otra parte en el puerto de Santos, Brasil, era que su destino final era la región donde se realizaba el Mundial.

Según la información de la Policía Federal, a la que accedió AIRE, “estos “altos jefes colombianos” estuvieron de paso en Argentina durante los meses de mayo a julio del año pasado, coordinando la operatoria con la rama local de la organización para luego retornar a su país de origen. Desde el momento de su llegada a Ezeiza los colombianos fueron monitoreados por efectivos encubiertos de Policía Federal. La DEA, la agencia norteamericana, había detectado en Colombia movimientos de este grupo en Argentina.

Londoño Rojas y Ramírez Duque son dos de los tres colombianos que coordinaron el envío de 1.658 kilogramos de cocaína desde Rosario a Dubai, pero antes de que se concretara el despacho de la droga por el puerto de Rosario el cargamento fue secuestrado en un galpón en el barrio Empalme Graneros. Se sospechaba que otro cargamento similar, que salió de la terminal rosarina y fue secuestrada en los puertos de Santos y Rotterdam tenía el mismo destino y pertenecía a la misma organización internacional.

Entre el 21 de junio y el 31 de agosto estuvieron escondidos en Rosario 3.092 kilos de cocaína, un cargamento que cambiaba su lugar de escondite, a la espera de una salida a Europa desde el puerto de Rosario. Ese cargamento fantasma, que muy pocos sabían que se embarcaría por Terminal Puerto Rosario tenía dueño: los colombianos Londoño Rojas y Ramírez Duque, quienes están sospechados de ser engranajes claves de un cartel trasnacional que había puesto el ojo en este punto de la hidrovía para sacar la droga hacia el viejo continente.

Parte de la droga secuestrada estaba embalada en bolsos plásticos con cinta y nylon negro y los panes de cocaína tenían el logo de Louis Vuitton.

Parte de la droga secuestrada estaba embalada en bolsos plásticos con cinta y nylon negro y los panes de cocaína tenían el logo de Louis Vuitton.

En la Argentina Londoño Rojas y Ramírez Duque eran dos fantasmas, pero se sospecha que estuvieron en la provincia de Santa Fe para generar la operación de tráfico de droga más grande de la historia. La Procuraduría de Narcocriminalidad (PROCUNAR) y la Aduana tienen fuertes sospechas de que el año pasado y los otros dos que suman 1.434 kilos, que salieron de TPR rumbo a Rotterdam en junio y fueron incautados en Santos, Brasil, y los Países Bajos, eran de los mismos dueños.

La droga estaba embalada de una manera particular, en bolsos plásticos con cinta y nylon negro y los panes de cocaína tenían un logo o etiqueta que se repetía en las dos cargas: Louis Vuitton, la marca que productos de moda que se fundó en 1854 en París.

El 22 de junio de 2022 se hizo la primera reunión cumbre entre los narcos que pretendían “exportar” 1.658 kilos de cocaína desde el puerto de Rosario. Al selecto encuentro no concurrieron ninguno de los protagonistas de las crónicas de la mafia rosarina, tan proclive a llamar la atención con balas y sangre. Este fue un cónclave de gerentes internacionales y sus delegados en la provincia de Buenos Aires de una empresa narco que movía más de 100 millones de dólares.

El encuentro entre varios miembros del cartel se hizo en el country Aguadas, en la localidad de Funes, un lugar selecto en el que viven funcionarios políticos, judiciales y empresarios importantes de la ciudad, que nada sabían de que sus vecinos estaban preparando uno de los contrabandos de cocaína más grandes de la historia.

En Aguadas había alquilado de forma temporaria una casa en el lote 183, según la causa judicial que está en el juzgado federal de Campana, Marco Páez, un bonaerense que había convocado Gabriel Nicolau, un narco del conurbano que era junto con José “Tano” Sofía, un veterano protagonista oriundo de Haedo, los encargados del cargamento en Rosario, cuyos dueños eran los colombianos Newson Cheung Sabogal y Londoño Rojas.

Esa mañana del 22 de junio en la reunión en Aguadas estaba el representante del cartel internacional Antonio Ramírez Duque, otro colombiano, que seguía de cerca la operación y controlaba a los argentinos. Duque había llegado a Buenos Aires dos días antes y quien lo llevó hasta Rosario en su camioneta VW Amarok fue Nicolau. La reunión, según las tareas de inteligencia que constan en la causa, duró una hora. Las cuestiones importantes se definen sin demasiada charla.

Duque regresó a Buenos Aires y se fue a España, pero un mes después volvió a la Argentina, y viajó a otra reunión en Funes. Esta vez el encuentro no se hizo en el country Aguadas, sino en una casaquinta con pileta en calle Tandil al 2400, otra propiedad que habían alquilado de forma temporaria. Una característica que aflora en esta organización es el bajo perfil que pretendían imponer a las gestiones los representantes de este cartel. Por ejemplo, no se alojaban en hoteles, sino que preferían alquilar inmuebles de manera temporaria fuera de Rosario, donde los registros son menos rigurosos. Nicolau dormía en un complejo de cabañas en Victoria, Entre Ríos.

Al otro día, el 25 de julio, Duque y Nicolau fueron en la camioneta Amarok hasta un galpón en Juan B. Justo 2885, una zona modesta de barrio Empalme Graneros. Allí vive Ramón V., un hombre que se dedica a la herrería, y es quien habría preparado los dos lugares donde se acopió la cocaína, uno muy cerca de su casa, en Génova al 2400 y otro en la zona sur, a pocas cuadras del puerto, en Cerrito 17.

La hidrovía Paraná-Paraguay se transformó en medio de la pandemia en un punto de salida de la cocaína que consume Europa y Asia. Si la droga llega a destino se multiplica entre cinco y diez veces su valor. Desde las terminales de Paraguay salieron durante los últimos dos años unas 40 toneladas de cocaína, que se secuestraron en Rotterdam y Amberes, Bélgica.

Londoño Rojas y Ramírez Duque aparecen como los enlaces de la organización. El paradero de estos colombianos era un misterio hasta que Londoño Rojas fue detenido en diciembre Abu Dhabi. En Rosario atraparon a los eslabones locales de escaso poder dentro de la estructura, como tres camioneros y un supervisor de la empresa. Están acusados de ser los responsables de introducir la droga dentro del puerto. En el otro cargamento secuestrado de 1.658 kilos fueron detenidos miembros de lo que podría ser la pata argentina de la banda, entre los que figuran José Sofía y Gabriel Nicolau, ambos oriundos de la provincia de Buenos Aires, que fueron indagados por el juez Adrián González Charvay.

Los embarques de cocaína que se secuestraron en Santos (568 kilos) y Rotterdam (866 kilos) salieron de la terminal rosarina. Se usó para introducir la droga el sistema rip-on, en la que se cambian los precintos de los contenedores tras cargarse la cocaína.

El primer embarque de maní llegó a Rosario el 21 de junio proveniente de General Deheza, Córdoba. En esa provincia esa mercadería se cargó en seis contenedores y el 28 de junio se subieron en TPR al buque Maersk Bermuda, que tenía como destino intermedio el puerto de Santos, en Brasil, y su punto de llegada a los Países Bajos. El barco hizo una escala antes en la terminal de Zárate.

En Santos fueron detectados 568 kilos de cocaína dentro de bolsos. La investigación apunta a que la cocaína fue cargada en los big bags de maní que estaban en los contenedores en Terminal Puerto Rosario. Lo que se sospecha es que se usó la metodología rip-on. Es cuando se cambian los precintos de los contenedores y se introduce la droga. La cocaína se habría cargado dentro del contenedor después de que pasó por el escáner de la Aduana, que inspeccionó la mercadería en origen, es decir, en General Deheza.

Según las filmaciones aportadas por le empresa portuaria, que cotejaron los investigadores, el 24 de junio, tres días después de que el contenedor llegara a la terminal, ingresaron tres camiones a la zona portuaria de la empresa que se dirigieron hacia el lugar donde estaba la carga de maní. Entre las 22.48 y las 22.52 inexplicablemente se interrumpió la filmación de las cámaras de seguridad. Cuando se reanudó la filmación uno de los camiones estaba en el portón de ingreso de TPR. Se presume que en ese momento se produjo la “contaminación” del contenedor.

El 31 de agosto llegó una denuncia anónima a la Aduana en la que señalaba que en otros dos contenedores habrían salido de Terminal Puerto Rosario 866 kilos de cocaína con destino a Rotterdam, donde se secuestraron unos 361 kilos primero y luego otros 505 kilos.

Los investigadores le pidieron información sobre los ingresos y egresos a la empresa portuaria, que los entregó parcialmente. Esa droga fue cargada, de acuerdo a la investigación, en Rosario el 25 de junio, en momentos en que también estaba el otro cargamento que fue secuestrado en Santos.

El 29 de junio el contenedor donde se cargó la cocaína tuvo un movimiento dentro del puerto que no está registrado por la compañía. El contenedor con la droga fue embarcado el 3 de julio en el buque Argentina C. A través de las fotografías de los precintos quedó en claro que también había sido abierto después de los controles, y en ese momento lo contaminaron con la carga de cocaína.

(Aire de Santa Fe).

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